“La vida es muy corta, debemos tratar de hacer algo con ella. Si ayudamos a los otros, y eso es considerado un éxito, entonces todo está resuelto”.
Desde 1996 ha ayudado con muchas iniciativas a las “mujeres de confort” taiwanesas que fueron forzadas a prestar servicios sexuales dentro de los campos japoneses durante la Segunda Guerra Mundial. Se desplazó por todo Taiwán con las trabajadoras sociales de la Fundación pro Rescate de las Mujeres y entrevistó a más de 60 “mujeres de confort”. Viajó a Japón, Corea del Sur, Corea del Norte, China Continental, Estados Unidos y Europa para obtener apoyo y reclamar tanto una indemnización como las disculpas formales del gobierno japonés.
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